OBRA: YRENDAGÜÉ Y OTROS EPISODIOS DE LA GUERRA DEL CHACO
por JULIO P.M. SALDIVAR
Primera Edición: Imprenta Militar, Año 1975
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Segunda edición: Ediciones Mediterráneo,
Asunción-Paraguay 1984
Nota preliminar de la segunda edición:
BEATRIZ RODRÍGUEZ ALCALÁ DE GONZALEZ ODDONE
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Podrá obtener mayor información del autor y del libro en:
http://www.portalguarani.com/autores_detalles.php?id=843
Del http://www.portalguarani.com/letras_paraguay.php
Contacto: info@portalguarani.com
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PRÓLOGO: El Mayor Julio P. M. Saldívar, a quien conocí como joven teniente de reserva en el Chaco en abril de 1934, me ha hecho la deferencia de pedir un prólogo para este libro que se ha pro puesto dar a publicidad. No quiero ocultar que una solicitud como ésta me llena de satisfacción, no quizá por el halago que pudiera suponer el pedido en sí mismo, sino por otras causas muy alejadas de tal halago: es que hay que celebrar el hecho de que un soldado del Chaco se decida a relatar lo que ha visto y vivido durante el histórico trienio de 1932 a 1935, ya que la literatura militar y aun la histórica que se refiera a la guerra del Chaco, continúa siendo muy escasa, mucho más en el lado paraguayo que en el boliviano.
** Pero hay otros motivos por los que la aparición de este libro de Julio Saldívar ha de ser recibida con alborozo: tal como él mismo me ha expresado, el autor no tiene pretensiones de literato, de historiador y menos aún de polemista, Julio Saldívar no quiere ser sino un narrador veraz, sencillo y llano de los hechos que han pasado bajo su vista o más bien dicho en los que él ha sido testigo y actor como jefe de un pelotón de fusileros en el Regimiento "BATALLÓN 40", y su deseo es que esta su narración de hechos reales llegue a conocimiento de las generaciones que vienen y vendrán a formar parte de la comunidad nacional después de la guerra del Chaco. Y es éste, precisamente, el valor más elevado que hallo en el pequeño gran libro que ha escrito el Mayor Saldívar; en sus renglones aparecen tal como fueron los recios conductores del hombre paraguayo en armas, tales como Eugenio Alejandrino Garay también llamado "El Viejo Garay" y "Avión Pytá" el que marchaba invariablemente en el primer escalón de su Octava División en el bosque enmarañado y, en el arenal calcinado; el gran señor que fue Nicolás Chircoff el que modeló el espíritu del Regimiento; el teniente joven, valiente y provisto del don de la ubicuidad que fue Ceferino Vega, y los oficiales, sargentos y soldados que constituían la 2a Compañía del "Batallón 40", todos ellos compañeros de Julio Saldívar en la vida de campamento, en las marchas y en el combate.
** Pocos son, en nuestro ambiente, los libros que se refieren a la gesta del Chaco para mostrar al hombre real que vivió ese drama. Sólo conozco los de Atilano Carísimo en "En la Primera División de Infantería" y Coronel José S. Dacosta Decoud en sus tres obras "El Frente Oeste", "Yrendagüé" y "Toledo". Este género de literatura histórica en que aparece el hombre del Chaco, es ahora enriquecido con el valioso aporte que hace el Mayor Julio Saldívar.
** Saldívar prescinde de todos los aspectos que quizá podríamos considerar profesionales o más bien técnicos: la situación de los Ejércitos en lucha, las distancias e itinerarios, la distribución de medios y las misiones que recaen sobre las Unidades, es decir todo cuanto abarque el terreno, el enemigo y los propios medios: el objetivo de su relato se aleja de estas cuestiones aparentemente fundamentales quizá porque en los momentos de los sucesos no las ha valorado como esenciales. En este su libro el objetivo es, visiblemente, el relato de los hechos vividos tal como el autor los conserva en su memoria: el bosque, el arenal, las marchas agotadoras, los momentos difíciles, los jefes, los camaradas, la tropa y el enemigo con el que se tropieza en el momento del combate.
** El relato de Saldívar pone al lector en contacto directo con la naturaleza y con el hombre que está en lucha mucho más con las circunstancias que contra el enemigo. En la histórica marcha de la Octava División a Yrendagüé, la distancia cubierta en cifras concretas fue de 70 kilómetros, de los cuales los primeros 30 fueron en terreno chaqueño de tipo corriente: tierra más o menos dura, bosque bajo, sin agua, en general lejos del enemigo. En los siguientes 40 kilómetros, la calidad del terreno y la presencia del enemigo imponen condiciones excepcionalmente difíciles: el terreno es ahora de raleados bosques sucios, suelo de arena gruesa en que los pies se hunden en cada paso hasta los tobillos. No se puede emplear el machete para abrir camino porque el Regimiento "Batallón 40" que es la punta de la División está deslizándose entre dos Divisiones enemigas cada una de las cuales es ocho veces más numerosa en efectivos que el Regimiento y tres veces más que toda la División paraguaya. En términos militares yo debo decir que esta tremenda marcha no es de rodeo o de flanco, según se creía, sino de pura infiltración, y el espacio entre una y otra Divisiones bolivianas, Séptima de Infantería y Primera de Caballería, es sólo de 2 a 3 kilómetros. Durante todo el día 7 de diciembre y durante la noche del 7 al 8, la vida de cada uno de los hombres de la Octava División paraguaya, la suerte de la batalla y al final de cuentas el destino de la Nación, se están jugando en cada paso que dan esos soldados y en cada minuto de aquellas interminables cuarenta horas de marcha de infiltración bajo sol ardiente, en la noche oscura, en el arenal reseco, en el bosque sucio.
** En el regimiento que marcha en punta no hay rezagados y se marcha de un solo tirón: un descanso de diez minutos en cada hora y un "gran descanso" de dos horas... Es de justicia reconocer que en esta hazaña realmente portentosa no debe verse como factor fundamental la resistencia del hombre y la presencia del jefe superior, sino también la previsión y las condiciones de mando que posee el joven comandante del Regimiento y los comandantes subalternos. A la cabeza de cada Compañía marcha el respectivo comandante y detrás de la Compañía punta está el comandante del Regimiento. Y en el último escalón del Regimiento punta marcha el Comandante de la División cuya edad triplica en cifras la del teniente Vega y la de cualquiera de los jefes subalternos y poco menos la de los más viejos fusileros.
** En los regimientos que marchan en los escalones siguientes, hay muchos rezagados. Ha llegado a hablarse de abandono criminal, de debilidades físicas y espirituales, pero el juicio definitivo surge de los hechos reales: uno de estos hechos es que ya al iniciarse la marcha de la División, dos de los Regimientos no han recibido agua y la tropa camina con las caramañolas vacías o semivacías, con la esperanza de beber en Yrendagüé... "si Dios quiere", según la orden conminatoria que se ha impartido a la División. Que en tales condiciones el hombre mantenía enhiesto el ánimo y no arroje las armas para buscar la salvación en la huída o en la piedad del enemigo, es la suprema interrogante ante la que se enfrenta el lector. Conocedor quien escribe estas líneas de las condiciones del terreno del Chaco en la zona Picuiba y las que se refieren al enemigo a las propias tropas, con lo que me declaro en mejor situación que el lector corriente, no vacilo en consignar el juicio que debe recaer sobre la hazaña cumplida por la Octava División y particularmente por el Regimiento "Batallón 40" en la histórica jornada de Yrendagüé: no conozco un hecho semejante en toda la historia de las guerras americanas, y bien hizo nuestro Gobierno, cuando, correspondiendo a una solicitud del Ejército, instituyó ese día de Yrendagüé, el 8 de diciembre, como "Día de la Infantería" y como "Patrono de la Infantería" de nuestro Ejército al esclarecido Eugenio Alejandrino Garay el que llegó a Yrendagüé el 8 de diciembre de 1934.
** A la verdad, cuesta admitir como real el hecho que relata Julio Saldívar en este su libro. Yo lo sé cierto porque lo he escuchado en cientos de actores en los días próximos al drama y porque me cupo combatir en el Parapití a órdenes del mismo coronel Garay: cuando centenares de hombres han caído abatidos por la sed, el anciano de más de 60 años de edad no solamente no da señales de decaimiento físico y moral sino que se mantiene enhiesto y activo como si nada fuera de lo normal estuviera acaeciendo; es el jefe auténtico, el líder, el conductor. Es el karaí guaraní: el hombre sabio, fuerte y bueno en quien todos se inspiran, cuya presencia renueva la fuerza física y el espíritu de la tropa y de los oficiales, tal como lo cuentan Julio Saldívar y otros muchos actores: "Arriba, hijo. Un esfuerzo más y vamos a morir juntos combatiendo en Yrendagüé".
** Todo esto, y mucho más, es lo que se encuentra palpitante de vida, en el relato sencillo y ameno que hace el Mayor Saldívar. Si se quisiera hallar un aspecto negativo o tan siquiera menos claro que lo que el lector pudiera esperar, yo señalaría algo que no carece de importancia: el autor no parece que se percatara del valor real de la ejecutoria de su Unidad, sea ésta la Compañía, el Regimiento y aun la División, y dentro de éstas, de lo que a él mismo le corresponde como elemento actor de esa ejecutoria. ¿Modestia, acaso falsa modestia, es decir la que se simula, la que se administra con afinada premeditación? No creo ni en la primera ni en la segunda, y voy a permitirme ensayar una explicación de orden sicológico... ,a mi manera: A mi entender, la posición espiritual del autor con relación a los hechos es perfectamente lógica y esto digo no por-que entienda una letra de sicología sino porque he visto y escuchado a centenares y aun miles de oficiales y soldados actuantes en hechos que ocurrieron en el Chaco o durante la guerra del Paraguay: en la mayor parte de esos casos el interés del actor se vio acicateado más por motivos cercanos y en cierto modo superficiales que aquellos que constituyen la esencia del arte de la conducción. En el caso particular que ahora nos ocupa, los primeros pantalones largos que vistió el joven Teniente Saldívar fueron de color verde oliva del Ejército: a esa edad, trátese de un joven oficial o de un soldado igualmente joven, llama la atención una botella de Zingani, un atadito de cigarrillos o una novelita del Oeste muchísimo más que una carta de situación, un orden de batalla o una orden de operaciones del enemigo.
** En balde se buscará en el libro de Saldívar expresiones de odio al adversario, preocupaciones por la falta de agua o de víveres, temor por lo que habrá al otro lado del bosque o por lo que podría acaecer mañana. El alegre y despreocupado "hacer la guerra" de que hablo, campea en el relato de Julio Saldívar desde el primero hasta el último renglón. Y es, a no dudarlo, la especie que provee de sabor ameno y lleno de colorido a su estilo literario. - TCnel. (SR) ANTONIO E. GONZALEZ Asunción, agosto de 1974.
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por JULIO P.M. SALDIVAR
Primera Edición: Imprenta Militar, Año 1975
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Segunda edición: Ediciones Mediterráneo,
Asunción-Paraguay 1984
Nota preliminar de la segunda edición:
BEATRIZ RODRÍGUEZ ALCALÁ DE GONZALEZ ODDONE
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Podrá obtener mayor información del autor y del libro en:
http://www.portalguarani.com/autores_detalles.php?id=843
Del http://www.portalguarani.com/letras_paraguay.php
Contacto: info@portalguarani.com
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PRÓLOGO: El Mayor Julio P. M. Saldívar, a quien conocí como joven teniente de reserva en el Chaco en abril de 1934, me ha hecho la deferencia de pedir un prólogo para este libro que se ha pro puesto dar a publicidad. No quiero ocultar que una solicitud como ésta me llena de satisfacción, no quizá por el halago que pudiera suponer el pedido en sí mismo, sino por otras causas muy alejadas de tal halago: es que hay que celebrar el hecho de que un soldado del Chaco se decida a relatar lo que ha visto y vivido durante el histórico trienio de 1932 a 1935, ya que la literatura militar y aun la histórica que se refiera a la guerra del Chaco, continúa siendo muy escasa, mucho más en el lado paraguayo que en el boliviano.
** Pero hay otros motivos por los que la aparición de este libro de Julio Saldívar ha de ser recibida con alborozo: tal como él mismo me ha expresado, el autor no tiene pretensiones de literato, de historiador y menos aún de polemista, Julio Saldívar no quiere ser sino un narrador veraz, sencillo y llano de los hechos que han pasado bajo su vista o más bien dicho en los que él ha sido testigo y actor como jefe de un pelotón de fusileros en el Regimiento "BATALLÓN 40", y su deseo es que esta su narración de hechos reales llegue a conocimiento de las generaciones que vienen y vendrán a formar parte de la comunidad nacional después de la guerra del Chaco. Y es éste, precisamente, el valor más elevado que hallo en el pequeño gran libro que ha escrito el Mayor Saldívar; en sus renglones aparecen tal como fueron los recios conductores del hombre paraguayo en armas, tales como Eugenio Alejandrino Garay también llamado "El Viejo Garay" y "Avión Pytá" el que marchaba invariablemente en el primer escalón de su Octava División en el bosque enmarañado y, en el arenal calcinado; el gran señor que fue Nicolás Chircoff el que modeló el espíritu del Regimiento; el teniente joven, valiente y provisto del don de la ubicuidad que fue Ceferino Vega, y los oficiales, sargentos y soldados que constituían la 2a Compañía del "Batallón 40", todos ellos compañeros de Julio Saldívar en la vida de campamento, en las marchas y en el combate.
** Pocos son, en nuestro ambiente, los libros que se refieren a la gesta del Chaco para mostrar al hombre real que vivió ese drama. Sólo conozco los de Atilano Carísimo en "En la Primera División de Infantería" y Coronel José S. Dacosta Decoud en sus tres obras "El Frente Oeste", "Yrendagüé" y "Toledo". Este género de literatura histórica en que aparece el hombre del Chaco, es ahora enriquecido con el valioso aporte que hace el Mayor Julio Saldívar.
** Saldívar prescinde de todos los aspectos que quizá podríamos considerar profesionales o más bien técnicos: la situación de los Ejércitos en lucha, las distancias e itinerarios, la distribución de medios y las misiones que recaen sobre las Unidades, es decir todo cuanto abarque el terreno, el enemigo y los propios medios: el objetivo de su relato se aleja de estas cuestiones aparentemente fundamentales quizá porque en los momentos de los sucesos no las ha valorado como esenciales. En este su libro el objetivo es, visiblemente, el relato de los hechos vividos tal como el autor los conserva en su memoria: el bosque, el arenal, las marchas agotadoras, los momentos difíciles, los jefes, los camaradas, la tropa y el enemigo con el que se tropieza en el momento del combate.
** El relato de Saldívar pone al lector en contacto directo con la naturaleza y con el hombre que está en lucha mucho más con las circunstancias que contra el enemigo. En la histórica marcha de la Octava División a Yrendagüé, la distancia cubierta en cifras concretas fue de 70 kilómetros, de los cuales los primeros 30 fueron en terreno chaqueño de tipo corriente: tierra más o menos dura, bosque bajo, sin agua, en general lejos del enemigo. En los siguientes 40 kilómetros, la calidad del terreno y la presencia del enemigo imponen condiciones excepcionalmente difíciles: el terreno es ahora de raleados bosques sucios, suelo de arena gruesa en que los pies se hunden en cada paso hasta los tobillos. No se puede emplear el machete para abrir camino porque el Regimiento "Batallón 40" que es la punta de la División está deslizándose entre dos Divisiones enemigas cada una de las cuales es ocho veces más numerosa en efectivos que el Regimiento y tres veces más que toda la División paraguaya. En términos militares yo debo decir que esta tremenda marcha no es de rodeo o de flanco, según se creía, sino de pura infiltración, y el espacio entre una y otra Divisiones bolivianas, Séptima de Infantería y Primera de Caballería, es sólo de 2 a 3 kilómetros. Durante todo el día 7 de diciembre y durante la noche del 7 al 8, la vida de cada uno de los hombres de la Octava División paraguaya, la suerte de la batalla y al final de cuentas el destino de la Nación, se están jugando en cada paso que dan esos soldados y en cada minuto de aquellas interminables cuarenta horas de marcha de infiltración bajo sol ardiente, en la noche oscura, en el arenal reseco, en el bosque sucio.
** En el regimiento que marcha en punta no hay rezagados y se marcha de un solo tirón: un descanso de diez minutos en cada hora y un "gran descanso" de dos horas... Es de justicia reconocer que en esta hazaña realmente portentosa no debe verse como factor fundamental la resistencia del hombre y la presencia del jefe superior, sino también la previsión y las condiciones de mando que posee el joven comandante del Regimiento y los comandantes subalternos. A la cabeza de cada Compañía marcha el respectivo comandante y detrás de la Compañía punta está el comandante del Regimiento. Y en el último escalón del Regimiento punta marcha el Comandante de la División cuya edad triplica en cifras la del teniente Vega y la de cualquiera de los jefes subalternos y poco menos la de los más viejos fusileros.
** En los regimientos que marchan en los escalones siguientes, hay muchos rezagados. Ha llegado a hablarse de abandono criminal, de debilidades físicas y espirituales, pero el juicio definitivo surge de los hechos reales: uno de estos hechos es que ya al iniciarse la marcha de la División, dos de los Regimientos no han recibido agua y la tropa camina con las caramañolas vacías o semivacías, con la esperanza de beber en Yrendagüé... "si Dios quiere", según la orden conminatoria que se ha impartido a la División. Que en tales condiciones el hombre mantenía enhiesto el ánimo y no arroje las armas para buscar la salvación en la huída o en la piedad del enemigo, es la suprema interrogante ante la que se enfrenta el lector. Conocedor quien escribe estas líneas de las condiciones del terreno del Chaco en la zona Picuiba y las que se refieren al enemigo a las propias tropas, con lo que me declaro en mejor situación que el lector corriente, no vacilo en consignar el juicio que debe recaer sobre la hazaña cumplida por la Octava División y particularmente por el Regimiento "Batallón 40" en la histórica jornada de Yrendagüé: no conozco un hecho semejante en toda la historia de las guerras americanas, y bien hizo nuestro Gobierno, cuando, correspondiendo a una solicitud del Ejército, instituyó ese día de Yrendagüé, el 8 de diciembre, como "Día de la Infantería" y como "Patrono de la Infantería" de nuestro Ejército al esclarecido Eugenio Alejandrino Garay el que llegó a Yrendagüé el 8 de diciembre de 1934.
** A la verdad, cuesta admitir como real el hecho que relata Julio Saldívar en este su libro. Yo lo sé cierto porque lo he escuchado en cientos de actores en los días próximos al drama y porque me cupo combatir en el Parapití a órdenes del mismo coronel Garay: cuando centenares de hombres han caído abatidos por la sed, el anciano de más de 60 años de edad no solamente no da señales de decaimiento físico y moral sino que se mantiene enhiesto y activo como si nada fuera de lo normal estuviera acaeciendo; es el jefe auténtico, el líder, el conductor. Es el karaí guaraní: el hombre sabio, fuerte y bueno en quien todos se inspiran, cuya presencia renueva la fuerza física y el espíritu de la tropa y de los oficiales, tal como lo cuentan Julio Saldívar y otros muchos actores: "Arriba, hijo. Un esfuerzo más y vamos a morir juntos combatiendo en Yrendagüé".
** Todo esto, y mucho más, es lo que se encuentra palpitante de vida, en el relato sencillo y ameno que hace el Mayor Saldívar. Si se quisiera hallar un aspecto negativo o tan siquiera menos claro que lo que el lector pudiera esperar, yo señalaría algo que no carece de importancia: el autor no parece que se percatara del valor real de la ejecutoria de su Unidad, sea ésta la Compañía, el Regimiento y aun la División, y dentro de éstas, de lo que a él mismo le corresponde como elemento actor de esa ejecutoria. ¿Modestia, acaso falsa modestia, es decir la que se simula, la que se administra con afinada premeditación? No creo ni en la primera ni en la segunda, y voy a permitirme ensayar una explicación de orden sicológico... ,a mi manera: A mi entender, la posición espiritual del autor con relación a los hechos es perfectamente lógica y esto digo no por-que entienda una letra de sicología sino porque he visto y escuchado a centenares y aun miles de oficiales y soldados actuantes en hechos que ocurrieron en el Chaco o durante la guerra del Paraguay: en la mayor parte de esos casos el interés del actor se vio acicateado más por motivos cercanos y en cierto modo superficiales que aquellos que constituyen la esencia del arte de la conducción. En el caso particular que ahora nos ocupa, los primeros pantalones largos que vistió el joven Teniente Saldívar fueron de color verde oliva del Ejército: a esa edad, trátese de un joven oficial o de un soldado igualmente joven, llama la atención una botella de Zingani, un atadito de cigarrillos o una novelita del Oeste muchísimo más que una carta de situación, un orden de batalla o una orden de operaciones del enemigo.
** En balde se buscará en el libro de Saldívar expresiones de odio al adversario, preocupaciones por la falta de agua o de víveres, temor por lo que habrá al otro lado del bosque o por lo que podría acaecer mañana. El alegre y despreocupado "hacer la guerra" de que hablo, campea en el relato de Julio Saldívar desde el primero hasta el último renglón. Y es, a no dudarlo, la especie que provee de sabor ameno y lleno de colorido a su estilo literario. - TCnel. (SR) ANTONIO E. GONZALEZ Asunción, agosto de 1974.
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Soy JULIO SALDIVAR OVIEDO. Lhe escribo del Brasil, mas preciso de la ciudad de Dourados, Estado de Mato Grosso do Sul. Me llama atencion su pagina por el fato de que mi aguelo que se llamava RANULFO SALDIVAR,e fue uno de los pioneros aca em nuestra ciudad, aca llegando en lo ano de 1945, e que se encontra junto a nostro Dios desde el ano de 1989. Ello fue Sargento en la guerra del chaco y nos contava essas historias de la guerra. My saludo a usteds.
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